La puerta indicada
En 1989, vecinos del barrio Plácido Ellauri, en busca de soluciones para sus problemas de vivienda, se ponen en contacto con la Residencia del Mar, uno de los centros apoyados por la ACT. A continuación, jóvenes vinculadas a la residencia comienzan a desarrollar actividades junto a la gente de Casavalle.
Con paso firme
1992 es cuando se consolidan los resultados del esfuerzo conjunto, se compra el terreno donde se instalaría el primer Centro y se comienza la construcción de lo que hoy es CADI. En 1993, se inaugura el edificio del CADI ofreciendo: guardería, taller de diseño de vestimenta, taller de carpintería, asistencia social, jurídica y médica.
En vista del éxito de la iniciativa y de la demanda de las familias, dos niveles de edad se suman a la propuesta. En 1994 se firma el primer acuerdo con el INAU para la creación del CAIF. Luego, en 1997 se funda el Club de Niñas.
Avance joven
En 2003 se inaugura el Centro Juvenil con un programa básico de apoyo al estudio que se extiende a las mujeres del barrio que deseen terminar el bachillerato. También se instala una sala de Informática gracias a la fundación española Cauce.
Nuevos rumbos
En 2006 se firma el convenio con el Banco Interamericano de Desarrollo, en su calidad de administrador del Fondo Especial de Japón para la Reducción de la Pobreza, para la puesta en marcha del Politécnico de Formación Laboral.
La inspiración
El espíritu que anima al CADI está inspirado en las enseñanzas y el ejemplo de San Josemaría Escrivá, Fundador del Opus Dei, quien durante toda su vida predicó el afán por vivir en plenitud la vida cristiana y, como consecuencia, una honda preocupación social.
Por eso, el Centro procura dar una labor de formación integral a cada alumna, de manera que -según palabras del Santo Josemaría- se «realice una labor de formación completa -también cristiana-, con respeto de la libertad personal y con la promoción de la urgente justicia social»