En el mes de marzo, con motivo del Mes de la Mujer, desde Los Rosales lanzamos en las redes sociales la campaña #MujeresdeCasavalle, con el objetivo de revalorizar el rol de la mujer y del colegio en nuestro barrio.
Así buscamos y contamos historias de mujeres del barrio que día a día la luchan para llegar lejos. Afortunadamente estas historias son muchas y en el colegio tenemos un montón de ellas para contar.
Aquí les dejamos, las que hemos publicado en este mes.
1) Mía y Naty, un dúo dinámico
Ella es Mía, alumna de 4º año de Los Rosales, y su mamá Nataly (26), que trabaja como volante en el colegio. Ambas funcionan como un dúo dinámico. Una empuja de la otra para salir adelante y viceversa. Nataly es muy consciente del ejemplo que una madre es para su hija. Mía es el motor que tiene Nataly para lucharla todos los días.
Cada día Nataly le enseña a Mía que para salir adelante y abrirse nuevos caminos lo importante es estudiar. Tan claro lo tiene que ya hizo un curso de fitness, otro de educación inicial y este año se apresta para estudiar fotografía. “De esa manera, si alguna vez me quedo sin trabajo, tengo otras salidas laborales”, comenta Nataly. Incluso, si bien quedó embarazada de Mía cuando tenía 18 años, y eso la llevó a dejar el liceo, hoy está a un examen de matemática para ser bachiller. Meta que tiene pensado alcanzar este año.
Mía no es ajena a este ejemplo. “Ella sabe que mamá siempre está estudiando algo”, comenta Nataly. También es consciente del esfuerzo que supone pagar el cole. Tal es así que para hacer frente a la cuota, útiles y uniforme, Nataly buscó algo que le gustara, le permitiera estar en casa con su hija y a la vez generar un ingreso extra. Así surgió en octubre pasado su nuevo emprendimiento: pinta mates y los vende (NGmates). Asegura que le está yendo bien. “Ahora tengo una lista de pedidos para entregar”. Y cómo la alegría se comparte, cada vez que alcanza una meta la hace partícipe a Mía.
“¡Llegué a la plata para pagar los útiles!”, le dijo el otro día. En la casa de Mía y Nataly había motivos suficientes para festejar y así lo hicieron.
Nataly además contó su testimonio en una nota sobre Los Rosales, que el 12 de marzo realizaron en el programa Recalculando de radio Carve, conducido por María Gomensoro.
2) Sueño de una bailarina
Maite tiene nueve años, es alumna de 4º de Los Rosales, y desde que tiene cuatro años hace ballet, algo que le encanta. Una de sus metas es llegar a ser bailarina del Ballet Nacional del Sodre y por cómo viene la mano, no cabe duda, que lo logrará.
El año pasado fue seleccionada por primera vez para competir en un concurso en Durazno y se llevó el primer premio. Aunque para Mariana, su mamá, el reconocimiento fue para toda la familia. “Sacamos el primer premio. En esto nos incluimos los cuatro”, comenta y se ríe. La causa es familiar. Maite tiene una hermana menor de cuatro años. Después de allí Maite fue convocada para participar de un concurso internacional en Córdoba (Argentina), donde llegó al segundo puesto. “Me traje una copa para la academia”, señala orgullosa.
A través del ballet, sus papás la educan en el esfuerzo y el compromiso. “Cuando llega fin de año y tiene que practicar para las presentaciones ya está muy cansada, pero nosotros le decimos que ella se comprometió y que ahora no puede bajar los brazos”, dice Mariana. Sin embargo, una vez que llega a la practica, Maite se olvida del cansancio y la timidez y disfruta como pez en el agua.
Este año fue convocada para viajar a Madrid y Marruecos para participar de otro concurso internacional, pero esta vez no viajará, ya que el costo es muy alto. No obstante, Mariana no tiene duda de que en el futuro su hija tendrá otras oportunidades similares, que sí podrá aprovechar. Para eso la está preparando junto a su papá. Ambos hacen todos los esfuerzos posibles para que además de estudiar en Los Rosales, pueda seguir con sus clases de ballet.
A principio de este año la profesora de ballet sugirió aumentar la carga horaria de las clases, dado el futuro que vislumbra en Maite. Esto no solo supone un esfuerzo extra para ella, sino también para Mariana y su pareja que tienen que hacer malabarismos para poder trasladarla y acompañarla. Pero la meta es alta y el esfuerzo vale la pena. ¡Vamos Maite!
3) La actitud es lo que cuenta
Jessica es la mamá de Agustina, alumna de Los Rosales. Trabaja como mucama en una cadena de hoteles reconocida y no se cansa de dar gracias al colegio por la preparación que le está dando a su hija.
“Yo lo viví, entonces lo valoro mucho”, señala. Años atrás Jessica hizo el curso de Administrativa contable que ofrecía el Centro Cadi, centro que en 2015 dio origen a Los Rosales. “Lo que yo soy hoy se lo debo al Cadi, sola no lo hubiera sido jamás”, resalta. Si bien aclara que no trabaja como administrativa, reconoce que la actitud de vida que le enseñaron en el Cadi, le abrió muchas puertas. “Mis últimos trabajos los conseguí por mi actitud”, señala. “La actitud de mirar a los ojos cuando se habla, de hablar claro y alto, de no achicarse, de ser agradecida. Todo eso lo aprendí acá”, afirma.
Esa misma actitud es la que quiere para su hija. Por eso, cuando se enteró que abría Los Rosales no dudó en enviar a Agustina. “Cuando hice el curso de administrativa contable tenía dos trabajos. Casi no dormía, pero lo hice porque sabía que era mi oportunidad para darle un mejor futuro a mi hija”, comenta. “Hoy estoy choca con el colegio”, agrega.
Jessica se sacrifica todos los días para poder pagar la cuota de Los Rosales y al mismo tiempo acompañar a su hija. Trabaja de noche. De esta manera, dice, le queda el día libre para poder llevarla al colegio, irla a buscar y tomar la merienda. De noche, la deja con el abuelo. Y a las 7 de la mañana ya está de vuelta para despertar a Agustina y comenzar un nuevo día.
¡Adelante, Melanie!
El otro día vino a visitarnos de sorpresa. Melanie fue la primera recepcionista de Los Rosales. Trabajó hasta el año pasado, cuando una oportunidad laboral le abrió nuevos horizontes y voló. “Acá soy feliz”, dijo varias veces mientras recorría y se iba encontrando con quienes antes eran sus compañeras de trabajo.
Tiene 25 años y quiere llegar lejos. Para eso sabe que lo importante son “las ganas, el esfuerzo y la actitud”. Años atrás hizo la tecnicatura en Atención al Cliente, que ofrecía el centro Cadi, centro que dio origen a Los Rosales. Al mismo tiempo cursaba bachillerato. Fueron tres años en los que todas las mañanas caminaba un trayecto largo desde su casa a Cadi. Al mediodía hacía el mismo camino, pero a la inversa, y de tarde iba al liceo.
Al terminar el curso de Atención al Cliente comenzó a trabajar como recepcionista en Cadi, y luego también en Los Rosales. Entonces, estudió Relaciones Públicas en Bios y gracias a una persona que la ayudó a pagar la Universidad Católica, pudo hacer un curso de Recursos Humanos. “Pensé que nunca iba a poder estudiar en la Católica y sin embargo alguien confió en mí”, comenta agradecida.
“Siempre hay que tener objetivos, metas y ganas de salir adelante porque se puede”, afirma. Hoy sueña con formar una familia, poder comprarse un auto y tener su casa propia, pero sobre todo con mejorar como persona y transmitir a otros los valores que aprendió en Los Rosales y Cadi. “Acá me inculcaron un montón de cosas y siempre trato de transmitir lo que aprendí: el amor por el trabajo, la empatía, las ganas de ayudar. Eso nunca lo voy a perder, gracias a que trabajé acá”, asegura. Son los mismos valores que en Los Rosales inculcamos día a día a nuestras alumnas.
¡Vamos por muchas Melanies más!